jueves, 14 de junio de 2012


CLASICOS DE LA ARQUITECTURA: TORRE INSIGNIA/ MARIO PANI

La Torre Insignia, diseñada por el arquitecto Mario Pani el año 1959, se convirtió en el segundo edificio más alto de México y de la delegación Cuauhtémoc después de la Torre Latinoamericana y fue uno de los 5 más altos de los años sesenta y setenta.  Ésta, con una altura de  127 metros y 25 pisos, pertenece al Conjunto Urbano NonoalcoTlatelolco, el más grande de los conjuntos habitacionales que diseñó este emblemático arquitecto mexicano.  El edificio albergó durante 3 décadas al banco nacional de obras y servicios Públicos (BANOBRAS) donde los inquilinos de los 102 edificios del conjunto habitacional acudían ahí a realizar el pago de sus mensualidades y de servicios públicos. Desde ahí se administraba el funcionamiento de seis estacionamientos cubiertos, 22 escuelas, tres centros deportivos, y 12 edificios de oficinas.


Antes del levantamiento urbano que hizo Pani, este sector de la ciudad era un espacio inhóspito, con construcciones sin formato alguno, lo que reflejaba una falta de orden social.  Pensado desde la erradicación de estos problemas, el proyecto necesitaba un sello distintivo que significara la regeneración y la perspectiva hacia el progreso, por lo que fue necesario recurrir a la innovación arquitectónica.

En el año 1959 se comenzó el proyecto y en 1960 la construcción de este elemento icónico de la arquitectura internacional, donde uno de los mayores retos fue que la zona donde se encuentra es una zona sísmica, por lo que la torre tuvo que contar con lo último en tecnología en cuanto a amortiguadores sísmicos, para generar esta estructura estable de acero, aluminio y concreto reforzado.

Mario Pani, introdujo los espacios dentro de un prisma triangular de grandes dimensiones, que alcanza 127.30 metros de altura, la torre de Banobras se erigió como el edificio-monumento de NonoalcoTlatelolco. Dividida en 24 niveles para oficinas y un último nivel que funciona como mirador, la torre porta en su cúspide un carrillón compuesto por 47 campanas de diferentes tamaños.
Las fachadas frontales de esta impresionante edificación fueron cubiertas casi en su totalidad por una cortina de vidrio, y las fachadas laterales fueron elaboradas con mosaico tipo italiano, teniendo en la parte superior un buen ejemplo de integración plástica gracias a un mural abstracto realizado también en mosaico por el pintor Carlos Mérida. Cabe señalar que debido a la pendiente del edificio, el mural se desprendió con el paso del tiempo. Sin embargo, por consenso tanto del arquitecto como del pintor, el mural fue pintado.

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